El Aroma de la Alegría
—Es tu momento, querido Klarion —dice Harmonella acercándose a Klarion con gentileza.
—En mi segundo año en Aromaville, estuve ayudando en los huertos de arándanos. Ayudar ahí siempre era un momento de alegría, cada día estaba lleno de risas y diversión —comienza Klarion tejiendo el inicio de otra historia mágica.
En el soleado huerto de arándanos, Klarion se convierte en el centro de atención de un grupo de niños alegres. Entre las filas de arbustos cargados de frutas, su risa resuena.
—Klarion, ¿por qué el arándano nunca cuenta chismes? —pregunta un niño con ojos brillantes.
—¡Porque es una fruta muuuy reservada! —responde Klarion, provocando una ola de risas infantiles.
—¡Otra, otra! —pide otro niño emocionado.
Klarion, con una sonrisa amplia, se prepara para otro chiste.
La paz en el pueblo se ve abruptamente interrumpida por una violenta tormenta. Rayos y truenos sacuden el cielo, iluminando los rostros preocupados de los habitantes. El viento huracanado sacude las estructuras y arranca árboles, mientras la lluvia inunda las calles y los campos de arándanos. Una mujer grita, lamentando la pérdida de la cosecha bajo el diluvio. Un niño, entre lágrimas, busca a su gatito perdido, hasta que su madre lo envuelve en un abrazo protector. Klarion, intentando ayudar, es derribado por la fuerza del viento, su mirada refleja la angustia al ver los campos de arándanos, su lugar de felicidad, devastados.
—Nunca he visto una tormenta como esta en todos mis años... —dice un anciano con voz temblorosa, mientras busca refugio ante la furia de la naturaleza.
—¡Eh! ¿Quién se anima a un baile del arándano mojado? —dice Klarion, sonriendo pícaramente, mientras activa una melodía jovial.
Intrigados, los aldeanos observan. Klarion, con un arándano en cada oreja, inicia un baile cómico, deslizándose entre charcos, gesticulando y exagerando cada movimiento. Los niños, inicialmente indecisos, son los primeros en unirse, riendo y colocándose arándanos en las orejas.
—¡Mira, mamá, soy un arándano bailarín! —exclama una niña, entre risas mientras una mujer se coloca arándanos en los ojos, simulando ser una mosca y un hombre, de prominente bigote, se los pone en las fosas nasales, desatando risas.
—¡Vamos abuela, demuéstrales cómo se baila el arándano! —dice Klarion danzando alrededor de una anciana.
—¡Ah, aún no han visto nada! —responde la anciana, carcajeándose.
A medida que el baile se intensifica, el cielo, como por encanto, se despeja y un arcoíris adorna el horizonte. La música y el baile se contagia, iluminando los rostros con alegría y esperanza.
En el centro del huerto, Klarion observa el cambio, su corazón rebosante de felicidad.
—Nunca subestimen el poder de un arándano mojado —dice Klarion a un grupo de niños.
El huerto, ahora un escenario de risas y unidad, resplandece bajo un cielo recién despejado.
Al amanecer, el huerto de arándanos, herido por la tormenta, se llena de vida y esperanza. Klarion, aún con arándanos en las orejas, lidera la reconstrucción. La comunidad, animada, se organiza: jóvenes en techos, mujeres aprendiendo a construir, niños jugando entre charcos. Música y risas flotan en el aire. Klarion, con bromas y ánimo, infunde un espíritu de alegría. El trabajo colectivo transforma la devastación en un nuevo comienzo.
En la renovada plaza de Aromaville, se arma un escenario improvisado para una noche especial. La comunidad, aún marcada por la reciente tragedia, se congrega lentamente.
Victor Especiado, el alcalde, sube al escenario y pide a Klarion subir también.
—Quiero agradecer a Klarion por reavivar nuestra alegría en estos tiempos difíciles —habla Victor Especiado, mirando a los presentes y dirigiendo su mirada a Klarion.
—Ha sido duro para todos, pero ¿saben qué es más fuerte que cualquier tormenta? Nuestra alegría. ¡Y nuestro baile del arándano mojado! —responde Klarion, con una sonrisa genuina.
La multitud responde con murmullos y risas tímidas, una señal de que el ánimo comienza a elevarse.
—¡Eres el mejor, Klarion! —un niño exclama con admiración, desde el suelo.
Mientras una melodía suave envuelve la plaza, Victor Especiado invita a todos a disfrutar de una agradable velada en la plaza. La noche en Aromaville se convierte en un testimonio del poder de la comunidad y la resiliencia humana.
En el mágico huerto de cerezos, Klarion concluye su historia. Los demás Felicios, testigos de este momento, observan con fascinación.
—¡Recuerden, amigos! Después de cada aguacero, ¡viene el solazo! Así que, ¡a sonreír que la alegría es nuestro súper poder!
El silencio se rompe con las risas del grupo mientras el símbolo de una cara sonriente, tallado en la mesa de piedra, comienza a emitir un brillo rojizo intenso, simbolizando la alegría inagotable.
—Cada relato es un ingrediente. Cada virtud, una esencia. Que esta vela encienda el ánimo del que la prenda y que sea una luz en su camino a la felicidad —dice Harmonella con voz suave.
De la mesa surgen caras sonrientes, hechas de luz rojiza, bailando en el aire y mezclándose con estrellas doradas champagne. En un acto de pura magia, estas luces convergen para formar una vela aromática, con el dulce perfume de los arándanos.
—Ser feliz es una decisión que tomamos cada día —. Klarion, con una sonrisa que irradia felicidad, toma con cuidado la vela y la coloca en la mesa piramidal, donde su luz brilla con un esplendor único.
—Por cierto —dice Harmonella, mirando a Klarion con picardía —¿Qué le dice un arándano cuando ve a otro?
—No lo sé —responde Klarion.
—¡Eres berry especial! —dice Harmonella con sonrisa juguetona.
Todos ríen en el huerto de cerezos al mismo tiempo que Harmonella invita a Kirzo a contar su historia.