El Aroma del Amor
Mientras Los Felicios y Harmonella están alrededor de la fogata, Sakura comienza su historia.
Es un hermoso día en el que Sakura está junto a un pequeño estanque, contemplando su reflejo en el agua, con flores de fresias en sus manos que crecen abundantes en su jardín.
En Aromaville, Ana y Larry, madre e hijo, llegan a su nueva casa. Sakura, que vive en la casa contigua, les ofrece amistad y ayuda. Larry, que se ha visto retraído desde la mudanza, muestra interés en el jardín de fresias de Sakura. Ella le sugiera a Ana que Larry la ayude a plantar flores, como una forma de adaptarse al nuevo lugar y hacer amigos. Ana agradece la bondad de Sakura, viendo una oportunidad para que Larry abra su corazón en su nuevo hogar.
Días después, en Aromaville, una tranquila noche se vio interrumpida por un inquietante ruido en la casa de Ana. Sakura, al escucharlo, corrió hacia allí. Dentro, encontró a Ana tendida en el suelo, su rostro contorsionado por el dolor. Larry, su hijo, estaba a su lado, visiblemente asustado y tratando de asistirla. Ana, jadeando y con voz temblorosa, le reveló a Sakura su grave enfermedad y su temor de que su tiempo estaba acabando. Con una súplica desesperada, Ana le pidió a Sakura que cuidara de Larry en caso de que algo le sucediera. Mientras Larry lloraba, rogándole a su madre que no se fuera, Sakura prometió cuidar de él y aseguró a Ana que buscarían ayuda médica inmediatamente.
En el jardín de Sakura, la mañana resplandece mientras Larry, con ojos llorosos, sostiene fresias. Sakura se sienta a su lado, ofreciéndole un abrazo reconfortante.
—Larry, alguien me enseñó que todas las flores tienen un significado, ¿ves estas fresias? Representan la fortaleza del corazón y el amor incondicional, profundo y eterno.
—¿Como el amor de mamá por mí? — dice Larry mirando las flores, luego a Sakura.
—Exactamente. Y quiero que sepas que, aunque esté enferma y no pueda cuidar por un tiempo de ti, su amor siempre está contigo, en cada aliento, en cada susurro del viento y en cada pétalo de estas flores.
—Gracias, Sakura.
Días después, en la habitación de Ana, en una cama, luce débil, pero sonríe al ver a Larry y Sakura acercándose.
—No puedo creer que esté aquí... con vida. Gracias, Sakura, por cuidar de mi hijo y por no perder la esperanza —dice Ana.
—La esperanza es lo último que se pierde, Ana. Y el amor, el verdadero amor, puede sanarnos —responde Sakura.
La habitación se llena de un aura de gratitud y esperanza, un testimonio del poder sanador del amor y la amistad.
El jardín de Sakura se había transformado en un remolino de colores y aromas. Ana, ahora recuperada, reía alegremente mientras Larry jugaba entre las flores. Sakura, con una sonrisa radiante, se unió a ellos, disfrutando del momento. Las fresias, en su esplendor, parecían celebrar la recuperación de Ana.
—El amor, en todas sus formas, es el perfume que le da sentido a la vida —dice Sakura para si misma.
—Y con el tiempo, esas flores crecen y florecen, al igual que nuestro amor por la vida—. Dice Sakura, dirigiéndose a los Felicios y Harmonella, reunidos en el huerto de cerezos.
El ambiente queda en silencio por unos momentos, todos conmovidos por la emotiva historia. El símbolo del corazón en la mesa comienza a brillar de forma intensa, irradiando una luz rosa brillante.
—Cada relato es un ingrediente. Cada virtud, una esencia. Que esta vela encienda el ánimo del que la prenda y que sea una luz en su camino a la felicidad— dice Harmonella con voz suave. Corazones de luz rosa brotan del símbolo, danzando en el aire, fusionándose con las estrellas doradas champagne que Harmonella crea con un movimiento elegante de sus manos. En un acto de pura magia, las luces convergen para formar una hermosa vela aromática que desprende el dulce aroma de fresias.
—Ser feliz es una decisión que se toma cada día —dice Sakura, con una sonrisa radiante tomando con delicadeza la vela y colocándola en el primer nivel de la mesa piramidal, donde su luz brilla con un resplandor especial.
—Mi estimado Kurio. Es ahora tu turno—dice Harmonella, invitando a Kurio al frente.