El aroma de la

Apreciación por la Belleza

Es tu turno Kayra

En la bulliciosa Aromaville, Kayra, con un ramo de flores frescas, camina radiante por la calle. Se acerca a una joven con maletín.
—¡Hola! ¿Te gustaría una flor para alegrar tu día?
—Realmente no tengo tiempo —contesta la joven, mirando su reloj y se aleja rápidamente.
Inalterada, Kayra se dirige a un señor que caminaba por ahí cerca.
—¡Qué día tan hermoso! ¿No te parece?
—Supongo que sí —responde sin mirarla y poniéndose en marcha.
Luego, Kayra elogia a un anciano con un lindo sombrero.
—¡Ese es un sombrero muy bonito! Le da mucho carácter.
—Es tan solo un sombrero viejo —contesta el anciano sin interés y sigue su camino.
Observando la desconexión de las personas, Kayra reflexiona con una mezcla de determinación y melancolía.
Tienen que haber maneras de reconectar a estas personas con la belleza que las rodea —murmura y decidida, planea su próximo paso para despertar a la gente a la belleza del presente.

En la tranquila galería de Aromaville, con su luz tenue y paredes adornadas de arte, Kayra se detiene ante una pintura de un atardecer. Los colores dorados y rojizos del cielo parecen susurrar el viento entre los árboles.
—Es como estar allí, en ese momento —murmura, mientras observa la pinutra.
—Esa es la magia del arte, querida. Nos lleva a mundos olvidados —interviene Picturella, la dueña de la galería.
—¿Es suya esta obra?
— Algunas sí. Trato de capturar esos instantes mágicos —responde Picturella —pero la gente aquí rara vez se detiene a admirar estas bellezas.
—Lo he notado —suspira Kayra —. Se pierden de mucho.
No solo no aprecian el arte, lo más preocupante es que no saben apreciarse entre ellos. Viven en un mundo propio, sin notar la maravilla del otro ser humano que está a su lado.
—Tiene razón. El aprecio es el arte más profundo y también el más ignorado aquí.
—Quizás juntas podamos enseñarles a mirar de nuevo —sugiere Picturella sonriendo.

En un campo repleto de flores silvestres y zumbidos de insectos, Picturella y Kayra pasean, llevando un caballete, pinceles y una cámara fotográfica.
—Todo aquí es tan... hermoso. Pero la gente no lo ve. Necesitamos hacer algo para abrir sus ojos —dice Kayra mientras se prepara el caballete para comenzar a pintar.
—Tienes razón. Pero ¿Que hacemos para que se detengan y realmente miren?
—Si pudiéramos congelar el tiempo, mostrarles el mundo en pausa... tal vez entonces dejarían de preocuparse por otras cosas y comenzarían a observar los detalles.
—Tal vez no podamos congelar el mundo real, pero —Picturella saca de su bolsa dos antifaces —estos tienen un poder especial. Pueden detener el tiempo mientras pintas o fotografías.
Kayra, incrédula, se pone un antifaz. De repente, el mundo se congela; las flores quedan inmóviles, los insectos suspendidos en el aire.
—Asombroso —susurra Kayra —¿Cómo los conseguiste?
—Son hechos con madera de árboles de teca, del bosque cerca de la costa, la madera de esos árboles además de desprender un agradable aroma, tienen el extraño poder de pausar el tiempo. Imagina que podamos hacer varios antifaces para mostrarle a más personas esta manera de contemplar el mundo.
—¡Deberíamos invitar a la gente de Aromaville a un taller! Con estos antifaces, podrían pintar o fotografiar, y realmente apreciar cada detalle —sugiere Kayra ilusionada
¡Enseñarles a mirar, a apreciar! —asiente Picturella.
Juntas, capturan la belleza del mundo detenido, planeando compartir esta mágica experiencia.

En la terraza del taller, con mesas y caballetes de teca, personas de todas las edades aguardan, pinceles y cámaras en mano. En el centro, Kayra y Picturella presentan antifaces mágicos.
—Estos antifaces detienen el tiempo, para que podamos capturar cada detalle —explica Kayra.
Un joven incrédulo prueba uno y el bullicio se apaga; el mundo se congela. Suspiros de asombro inundan el aire ante la maravilla inesperada.
—Es hermoso —dice una señora mayor, emocionada, contemplando un rayo de sol.
La belleza está en los detalles —dice Kayra apuntando diferentes lugares.
Todos se sumergen en capturar ese mundo detenido, aprendiendo a apreciar los detalles del momento presente.

La plaza de Aromaville, antes bulliciosa e indiferente, ahora vibra con una calma consciente. Los habitantes pasean con un ritmo sereno, admirando el mundo alrededor.
—Mira esos colores en el cielo, son increíbles —dice un joven a su amigo, mirando al cielo.
—Tu sonrisa me recuerda a la de tu abuela —dice una madre, abrazando a su hija con ternura.
—Kurio, este café es excepcional, el mejor que he probado en años —dice un anciano que agradece al barista de un café.
—Todos necesitamos ayuda a veces —le dice una mujer que ayuda a alguien a recoger objetos caídos.
Desde la terraza del taller, Kayra y Picturella contemplan el cambio.
—Es asombroso ver Aromaville así —dice Picturella emocionada.
Ambas en la terraza, son testigos de una comunidad que ahora aprecia la belleza a su alrededor.

En el huerto de cerezos, rodeado por un bosque de enebros, se alza una mesa de piedra hexagonal. Kayra, rodeada de Los Felicios y Harmonella terminan de escuchar su historia.
A veces, solo necesitamos recordar cómo mirar, hacer una pausa para observar, no solo la belleza en la naturaleza, sino la belleza en los demás y, lo más importante, la belleza en nuestro interior —dice Kayra con una sonrisa.
El ambiente queda en silencio por unos momentos. El símbolo de la hoja tallada en piedra en la mesa comienza a brillar de forma intensa, irradiando una luz verde brillante
—Cada relato es un ingrediente. Cada virtud, una esencia. Que esta vela encienda el ánimo del que la prenda y que sea una luz en su camino a la felicidad —dice Harmonella con voz suave.
Hojas de luz verde brotan de la mesa de piedra, danzando en el aire, fusionándose con estrellas doradas. Las luces convergen para formar una hermosa vela aromática que desprende el aroma de madera de teca.
Kayra con una sonrisa radiante toma con delicadeza la vela y la coloca en el primer nivel de la mesa piramidal, donde su luz brilla con un resplandor especial.
Ser feliz es una decisión que se toma cada día —dice Kayra con una sonrisa radiante que toma con delicadeza la vela y la coloca en el primer nivel de la mesa piramidal, donde su luz brilla con un resplandor especial.
Seguido de esto, Harmonella invita a Ryker a cerrar la primera ronda de historias.

Episodio 7

El Aroma de la Perseverancia

Leer la historia de Ryker...